En el mundo del fútbol hay dos jugadores que han sido especiales para mí y que han destacado con el número ocho a la espalda.
Desde jovencito, en cualquier equipo de fútbol sala que formaba con amigos me quedaba con ese número cuando nos repartíamos los dorsales. Y la razón era mi admiración por Hristo Stoitchkov, el jugador búlgaro que maravilló en el Barça del 'Dream Team'. Era descarado, potente, un auténtico puñal.
Años después hay un jugador que es mi debilidad, Andrés Iniesta, este prodigio juega con el ocho también en el Barça, es la técnica en estado puro y tiene una visión perfecta del fútbol.
Tras analizar los valores y las formas de cada jugador para mi no queda duda alguna.
Dentro de unos años cuando algún niñito descubra una vieja camiseta y me pregunte "papá, ¿por qué jugabas con el ocho?", le contestaré "por Iniesta hijo, ven que te ponga un par de vídeos y mira cómo llora papá".
Espero que no heche cuentas.
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